jueves, 21 de enero de 2010

"A propósito de Inteligencia Emocional"

INTELIGENCIA EMOCIONAL
Origen de término.
El concepto de Inteligencia Emocional, aunque esté de actualidad, tiene su primer origen en 1920 cuando el psicólogo Edward Thorndike llamó “Inteligencia Social” a "la habilidad para comprender y dirigir a los hombres y mujeres, muchachos y muchachas, y actuar sabiamente en las relaciones humanas".
Para Thorndike, además de la inteligencia social, existen también otros dos tipos de inteligencias :la abstracta (habilidad para manejar ideas) y la mecánica (habilidad para entender y manejar objetos).
Un antecedente más cercano de la Inteligencia Emocional lo constituye la teoría de “las inteligencias múltiples” del Dr. Howard Gardner (Universidad de Harvard) que plantea que las personas tenemos siete tipos de inteligencia que nos relacionan con el mundo. A grandes rasgos, estas inteligencias son:
Inteligencia Lingüística: Es la inteligencia relacionada con nuestra capacidad verbal, con el lenguaje y con las palabras.

Inteligencia Lógica: Tiene que ver con el desarrollo de pensamiento abstracto, con la precisión y la organización a través de pautas o secuencias.

Inteligencia Musical: Se relaciona directamente con las habilidades musicales y ritmos.

Inteligencia Visual - Espacial: La capacidad para integrar elementos, percibirlos y ordenarlos en el espacio, y poder establecer relaciones de tipo metafórico entre ellos.

Inteligencia Kinestésica: Abarca todo lo relacionado con el movimiento tanto corporal como el de los objetos, y los reflejos.

Inteligencia Interpersonal: Implica la capacidad de establecer relaciones con otras personas.

Inteligencia Intrapersonal: Se refiere al conocimiento de uno mismo y todos los procesos relacionados, como autoconfianza y automotivación.

En 1990, dos psicólogos norteamericanos, el Dr. Peter Salovey y el Dr. John Mayer, acuñaron un término cuya fama futura era difícil de imaginar. Ese término es ‘inteligencia emocional’.

Hoy, veinte años más tarde de esa ‘presentación en sociedad’, pocas personas de los ambientes culturales, académicos o empresariales ignoran el término o su significado. Y esto se debe, fundamentalmente, al trabajo de Daniel Goleman, a través de su obra ‘La Inteligencia Emocional’ (1995).


La naturaleza de la inteligencia emocional.
Las características de la llamada inteligencia emocional son: la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás.
Jack Block (Universidad de Berkeley), mide la inteligencia emocional con lo que él llama la “capacidad adaptativa del ego”:
«Los hombres que poseen una elevada inteligencia emocional suelen ser socialmente equilibrados, extrovertidos, alegres, poco predispuestos a la timidez y a rumiar sus preocupaciones. Demuestran estar dotados de una notable capacidad para comprometerse con las causas y las personas, suelen adoptar responsabilidades, mantienen una visión ética de la vida y son afables y cariñosos en sus relaciones. Su vida emocional es rica y apropiada; se sienten, en suma, a gusto consigo mismos, con sus semejantes y con el universo social en el que viven».
«Los hombres con un elevado CI se caracterizan por una amplia gama de intereses y habilidades intelectuales y suelen ser ambiciosos, productivos, predecibles, tenaces y poco dados a reparar en sus propias necesidades. Tienden a ser críticos, condescendientes, aprensivos, inhibidos, a sentirse incómodos con la sexualidad y las experiencias sensoriales en general y son poco expresivos, distantes y emocionalmente fríos y tranquilos».


«Las mujeres emocionalmente inteligentes tienden a ser enérgicas y a expresar sus sentimientos sin ambigüedades, tienen una visión positiva de sí mismas y para ellas la vida siempre tiene un sentido. Suelen ser abiertas y sociables, expresan sus sentimientos adecuadamente y soportan bien la tensión. Su equilibrio social les permite sentirse lo bastante a gusto consigo mismas como para mostrarse alegres, espontáneas… «Los hombres con un elevado CI se caractericen por una amplia gama de intereses y habilidades intelectuales y suelen ser ambiciosos, productivos, predecibles, tenaces y poco dados a reparar en sus propias necesidades. Tienden a ser críticos, condescendientes, aprensivos, inhibidos, a sentirse incómodos con la sexualidad y las experiencias sensoriales en general y son poco expresivos, distantes y emocionalmente fríos y tranquilos».
«La mujer con un elevado CI manifiesta una previsible confianza intelectual, es capaz de expresar claramente sus pensamientos, valora las cuestiones teóricas y presenta un amplio abanico de intereses estéticos e intelectuales. También tiende a ser introspectiva, predispuesta a la ansiedad, a la preocupación y la culpabilidad, y se muestra poco dispuesta a expresar públicamente su enfado (aunque pueda expresarlo de un modo indirecto)».





LIBRO “LA INTELIGENCIA EMOCIONAL”
EMOTIONAL INTELLIGENCE, de Daniel Goleman
¿Por qué algunas personas parecen dotadas de un don especial que les permite vivir bien, aunque no sean las que más se destacan por su inteligencia? ¿Por qué no siempre el alumno más inteligente termina siendo el más exitoso? ¿Por qué unos son más capaces que otros para enfrentar contratiempos, superar obstáculos y ver las dificultades bajo una óptica distinta?

El libro demuestra cómo la inteligencia emocional puede ser fomentada y fortalecida en todos nosotros, y cómo la falta de la misma puede influir en el intelecto o arruinar una carrera.

La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que nos brindará mayores posibilidades de desarrollo personal.

En un lenguaje claro y accesible, Goleman presenta una teoría revolucionaria que ha hecho tambalear los conceptos clásicos de la psicología, que daban prioridad al intelecto.
LIBRO “INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA PRÁCTICA”,
WORKING WITH EMOTIONAL INTELLIGENCE, de Daniel Goleman
En su best-seller Inteligencia Emocional, Daniel Goleman explicaba que el éxito de una persona no dependía en un 100% de su coeficiente intelectual o de sus estudios académicos. Lo que más importa es el nivel de inteligencia emocional. En la continuación se describe lo que significa trasladar esta inteligencia emocional al ambiente laboral.

La inteligencia emocional, tal y como lo señala Goleman, es la capacidad de reconocer los sentimientos propios y los de los demás, para así manejar bien las emociones y tener relaciones más productivas con quienes nos rodean.

En este libro usted:
• Descubrirá por qué la inteligencia emocional contribuye con el éxito profesional de toda persona.
• Comprenderá por qué la inteligencia emocional causa un gran impacto a nivel gerencial y hace la diferencia entre líderes mediocres y verdaderos.
• Explorará las 25 competencias personales y sociales para tener un desempeño estrella en cualquier tipo de trabajo y negocio.
• Analizará mediante casos e investigaciones los estudios que han comprobado que en las empresas son muy importantes las “habilidades blandas”.

En resumen, Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad humana de sentir, entender,
controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. No es ahogar
las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.
Y…en este sentido…LA FAMILIA y LA ESCUELA tienen mucho que aportar.

Kety Salinas Sabio,Coordinadora ESCUELA PADRES/MADRES,SAFA Alcalá la Real.

lunes, 18 de enero de 2010

Guía para menores en Internet

El documento que aparece a continuación, está elaborado por el Instituto Nacional de Tecnología de la Comunicación y es una Guía de Menores en Internet.

¡Abre la página web de tu centro! No te arrepentirás.

Para estar aún más informados/as sobre lo que ocurre en nuestro centro, mi consejo es que entréis en la página web del mismo, aparte de en el blog de Escuela de Padres y Madres. La página del centro es: http://alcalareal.safa.edu

En ella podéis encontrar información sobre conferencias dadas. La última fue el viernes pasado : "Nuevos yacimientos de empleo en la comarca de Alcalá La Real". Os escribo, en concreto, de ésta, por si hay alguien (desempleado/a) a quien le pueda interesar.

El 15 de Enero de 2010, el administrador del portal escribió:
"El 15 de Enero dos técnicas del Área de Desarrollo Económico del Excmo. Ayuntamiento de Alcalá La Real presentaron a nuestro alumnado de Ciclos Formativos el programa +Nuevos Yacimientos de Empleo+, dirigido principalmente a jóvenes menores de 35 años desempleados con más de seis meses de antigüedad, que deseen poner en marcha un proyecto de autoempleo. Los interesados realizarán un programa de seis meses de duración con formación avanzada en creación y gestión de empresas, así como en materias transversales. Seguidamente se estudiaría la viabilidad económica de las iniciativas presentadas y su puesta en marcha. Por último, aquellos proyectos de autoempleo aprobados podrán ser incentivados con hasta 5.500 euros si suponen creación de empleo y contratación de personal."
+ Información en el Ayuntamiento: CASA PINEDA-Área de Desarrollo Económico.
Dpto. de Orientación-COORDINADORA.

Premios y castigos.

"Si apruebas el examen te compro un regalo", "No, hoy no ves la tele, estás castigado". ¿Te suenan? A veces ya no sabes qué hacer para que tu hijo se comporte de una determinada manera. Es entonces cuando recurres al premio o al castigo, aunque no siempre son eficaces ni actúan de manera inmediata. En todo caso, se trata de recursos que debemos emplear con prudencia para que den resultados. Tanto los premios como los castigos no tienen una prensa demasiado buena en algunos sectores de población. Ofrecer premios a los hijos es como reconocer un fracaso, es como si, al fallar como educadores, tuviéramos que recurrir al "sucedáneo" de los premios que, más que educar, adiestran. Los castigos, por el contrario, no suelen dar tanta sensación de fracaso. Incluso socialmente son aceptados como padres responsables aquellos que castigan a sus hijos. De algún modo, se reconoce que el castigo sí es instrumento educativo, para terminar admitiendo que tampoco sirve de mucho porque el hijo tiene unas inclinaciones tales que no hay nada que hacer. Y se le va dejando de castigar y se acepta como irremediable "su manera de ser". Los premios y castigos son instrumentos eficaces en situaciones en las que el proceso educativo sufre desviaciones, paradas o retrasos. Son situaciones críticas y patológicas en las que el tratamiento habitual que se suministra en el proceso educativo, que son buenas dosis de ejemplos, persuasión y reflexión no surten efecto y es necesario restablecer un cierto equilibrio. Un remedio será pues seguir una medicación adecuada basada en premios y castigos, además, claro está, de actuar en algunos otros frentes. Premios y castigos, aunque afectan sólo a la conducta externa y, por tanto, pueden no influir en la personalidad íntima, generan un ambiente que facilita la comunicación entre las personas de la familia o mejora las capacidades de la persona. Ambos aspectos son elementos facilitadores de la educación. ¿No es cierto que será más fácil la educación de los hijos si, con ayuda de algún premio y algún castigo, conseguimos que mantengan el orden en sus cosas y usen ciertos modales? ¿No será lo mismo si conseguimos que estudien y mejoren su capacidad de razonamiento? Retomando el símil de premios y castigos como medicinas, evidentemente su uso no puede ser indiscriminado ni generalizarse. Al igual que cualquier medicamento, es preciso adecuar su administración a la necesidad concreta del paciente y tener en cuenta sus contraindicaciones y efectos secundarios. En resumen, los premios y castigos son recomendables y adecuados si se usan como medios temporales de obtención de logros y siempre de forma apropiada. Lea, por favor, las instrucciones de uso.

PREMIOS.
Instrucciones de uso. Tipos de premios: Premios previstos. Son las recompensas pactadas que se ofrecen si se presenta la conducta que se espera. El deseo de conseguirlas ayuda a regularla conducta. Premios imprevistos. Se conceden sin previo aviso como reconocimiento a una conducta deseable. Puede producir efecto en la persona que lo recibe y en las que lo observan. Ambos relacionan las conductas deseables con la recompensa. Premios por entregas. Son los que mantienen el interés más vivo, al concederse puntos o vales acumulables cuando se producen pequeños logros. Al alcanzar una cierta cantidad, se logra el premio. Premios liberadores. Permiten liberarse de alguna tarea desagradable.
Composición de los premios: De base afectiva. Consisten en expresiones afectivas de los padres, como abrazos, felicitaciones, lugares preferentes en la mesa o en el coche... De base material. Consisten en posesiones materiales, como diversos objetos o dinero. Relacionados con la autonomía. Ofrecen más libertad o autonomía para gestionar el dinero, el tiempo, el espacio...

Orientaciones de uso: Definir bien lo que se espera y el premio que se puede conseguir. Luego cumplir lo pactado. Proporcionar premios acordes con el esfuerzo realizado y con las posibilidades razonables de la familia. Plantear la obtención del premio a corto plazo para los más pequeños. Proponer premios alcanzables. Sólo son útiles si se confía en alcanzarlos. Efectos secundarios: Evitar su uso prolongado y variado porque crea adicción y no se actuará si no es a cambio de premios. Modifica la conducta pero no necesariamente las actitudes y motivaciones, por lo que hay que combinarlos con otras acciones educativas.

CASTIGOS.
Instrucciones de uso. Tipos de castigos: Castigos previstos. Son las consecuencias desagradables que aguardan como respuesta a una conducta inaceptable determinada. Castigos imprevistos. Son consecuencias desagradables que se otorgan sin previo aviso ante conductas indeseables. Tratan de evitar que se repita la conducta. Castigos con oportunidades. Se ofrece un castigo si se da una conducta, pero se concede la oportunidad de rectificar en dos ocasiones antes de recibirlo.
Composición de los castigos: De base afectiva. Consisten en expresiones afectivas negativas por parte de los padres como reprimendas, amonestaciones, alejamiento físico, silencio, caso omiso... De base material. Suponen pérdida de ingresos, multas, no poder usar algo (TV, equipo de música, bicicleta...) o quedarse sin alguna posesión. Relacionados con la autonomía. Restringen o privan de la libertad de salir, reducen el tiempo de ocio, exigen quedarse inmóvil, prohíben algunas relaciones...
Orientaciones de uso: Elegir los castigos con prudencia. Los castigos han de cumplirse, por lo que un castigo absurdo o que no se cumple produce el efecto contrario. Ser proporcionado a la conducta. Cuanto más indeseable, más severo. Ser severo, es decir, ha de ser verdaderamente desagradable ya que si sólo supone una ligera molestia, se puede acabar aceptando la molestia como un mal menor. Buscar castigos relacionados con la conducta indeseable. Así, por ejemplo, si se es descuidado y se estropean las cosas, se han de arreglar; si la conducta es molesta, se tiene que aislar... Procurar que el castigo se acepte como algo merecido y se entienda que ayudará a mejorar.

AVISO IMPORTANTE: NUNCA LOS CASTIGOS PUEDEN ATENTAR CONTRA LOS DERECHOS Y LA DIGNIDAD DE LOS NIÑOS

Efectos secundarios: Pueden aumentar la conducta indeseable. En algunas ocasiones, los hijos buscan llamar la atención de los padres y, al no conseguirlo con una conducta deseable, les basta con que les prestemos atención mediante castigos por las indeseables. En este caso está directamente contraindicado su uso. Si el castigo se ve desproporcionado, injusto o absurdo, puede generar sentimientos de venganza y resentimiento. Como consecuencia, es probable que no se evite la conducta indeseable. También estará contraindicado su uso en estas circunstancias. En caso de duda, consulte a un especialista (profesor o psicólogo), es la persona más adecuada para facilitarle toda la información complementaria






Cuando ya no sabes qué hacer para que tu pequeño te obedezca, el recurso del premio o el castigo aparece y bien utilizada puede ser una herramienta muy eficaz. Pero cuidado!... porque su abuso puede tener consecuencias negativas en la educación infantil. Y en ese sentido tal vez la gran interrogante sea: ¿Cómo saber cuándo y cómo es adecuado hacer uso de premios y castigos para que resulten elementos pedagógicos útiles y positivos?
A continuación te resumimos diez de las consideraciones que una gran parte de educadores y padres experimentados coinciden en aconsejar:

1.- Tanto premios como sanciones deben ir después de haber intentado educar con el ejemplo, la persuasión reflexiva y el diálogo. En el caso concreto de los castigos debe procurarse que el niño entienda que es merecido y que le ayudará en su mejoramiento.

2.- Siempre hay que tener muy en cuenta la edad del niño y su grado de madurez. Es además, muy interesante elegir sanciones relacionadas con la conducta concreta que se quiera obtener, aprovechando para fomentar la motivación y el impulso hacia la excelencia. Por ejemplo, si tu hijo no ha sacado la basura el día en que le tocaba según el acuerdo familiar, puede ser muy adecuado castigarle encargándole esa misma durante varios días.

3.- Si los premios o castigos se dan de forma continuada y sin acompañamiento de otro tipo de motivaciones para la acción, el niño puede acostumbrarse a reaccionar solamente ante ellos, lo que constituirá un gran retroceso educativo.

4.- En los premios a largo plazo, su objetivo es conseguir una respuesta de comportamiento concreta, y en el niño, el deseo de alcanzar el premio, le puede ayudar a marcar una pauta de conducta continuada y positiva para su desarrollo. Será importante, no obstante, hacerle ver lo enriquecedor que está siendo para él, ese crecimiento personal, independientemente de que al final le espere el deseado regalo.

5.- Los premios imprevistos pueden resultar muy útiles para reforzar conductas deseables que el niño ya muestra pero que le ha costado mucho esfuerzo alcanzar.

6.- No hay que pensar que los premios han de tener siempre una base material. De hecho, los de base afectiva, en muchos momentos son los más adecuados y eficaces: Abrazos de los padres y familiares, felicitaciones, lugares preferentes en la mesa o en el coche...

7.- Los premios y castigos también pueden servir para favorecer la comunicación entre padres e hijos y fomentar la capacidad de compromiso con lo pactado. Será necesario hacer hincapié en las explicaciones respecto a lo que se acuerda, la forma de lograrlo y el plazo para alcanzarlo. Justamente son estas conversaciones las que sirven para conocer mejor las opiniones y puntos de vista sobre el tema. Es muy importante que el premio sea alcanzable y no una fuente continua de frustración innecesaria.

8.- Entre los castigos más efectivos son aquellos que se pueden prever como consecuencia negativa de determinadas conductas. Es importante hacérselas ver al niño para que entienda lo que le espera de forma natural si se porta de una forma concreta.

9.- Puede resultar muy educativo el castigo que se ofrece con una alternativa para
evitarlo. Alternativa que debe conllevar la puesta en práctica de la conducta contraria a la que ha producido el castigo. Pero sin embargo, cuando se repite a menudo el perdón de un castigo, sin explicación ni tarea alternativa, los castigos pierden peso ante el niño pues entenderá que finalmente se librará de él.

10.- Hay que observar con detenimiento si el niño está buscando llamar la atención y se ha percatado de que lo logra con comportamientos inadecuados. En ese caso los castigos son muy perjudiciales pues los relacionan con haber conseguido su objetivo que es justamente que le prestemos más dedicación.

Límites educativos.

ESCUELA DE PADRES

Límites educativos

¿Por qué son necesarios las normas y los límites?

- Dan seguridad y protección.
- Son referencia para los hijos a la hora de establecer los criterios.
- Establecen patronos de comportamiento.
- Enseñan al niño a renunciar o demorar sus deseos, y ello le prepara para situaciones futuras.
- Desarrollan la capacidad de frustración.
- Nos ayudan a no tratar de distinto modo situaciones similares, en función de nuestro estado de ánimo.

¿Qué condiciones son fundamentales para poder establecer con éxito los límites a nuestros hijos?

- Que exista un buen clima familiar, de afecto y cariño.
- Los padres deben estar convencidos de aquello que exigen y, por tanto, han de luchar para su cumplimiento.
- Las normas marcadas por los padres deben ser claras y realmente necesarias.
- Los padres deben estar de acuerdo en las normas impuestas, nunca se llevarán la contraria delante de los hijos. Aparte consensuarán los criterios.
- Firmeza en lo acordado. Es normal que el niño quiera probar la actitud de los padres e intentar sobrepasar el límite marcado.
- Actitud flexible que les permita ir adaptando esas normas a la situación, al momento y edad concreta del niño.
- Equilibrio entre afectividad y autoridad.
- Las normas deben ser razonadas a los hijos en función de su edad, esto permitirá que puedan ser aceptadas por ellos.

Criterios educativos

Si consideramos que Educar es intervenir, guiar, posibilitar que se incida de forma sistemática y regulada en el proceso evolutivo de la persona para potenciar su desarrollo y madurez. No se trata de pretender unos logros ya pre-determinados sino posibilitar el desarrollo de actitudes, favorecer la estructuración de la personalidad para lograr un equilibrio emocional y la adquisición de pautas positivas para la socialización y maduración personal.

Ahora bien, en los últimos años se han producido importantes cambios sociales:
o Mayor conciencia de la importancia de los primeros años en el desarrollo evolutivo de las personas.
o Diferente organización social: menor número de hijos, disgregación de la familia, auge de la sociedad de la información, menor tiempo de dedicación a los hijos, la incorporación de la mujer al trabajo, …
o Desvalorización de la figura de la escuela como educadora.
o …

Por ello es aún más urgente establecer unos criterios comunes para prevenir posibles dificultades en el desarrollo de los niños.

a) Afectividad y autoridad

Uno de los más importantes es buscar el equilibrio entre la afectividad y la autoridad. En principio lo que da consistencia a la familia es la Afectividad y, como consecuencia, las relaciones emocionales. En el momento del nacimiento del bebé los primeres estímulos que recibe deben estar muy impregnados de un diálogo afectivo que se irá construyendo y que determinará su mundo interior y la posibilidad de establecer un diálogo con el exterior, las madres en primer término, potenciando el desarrollo de unas competencias para establecer su relación con el mundo circundante.

Ahora bien es fundamental comprender que esta afectividad no debe llevar a los adultos a dejar que sea el bebé quien decida lo que se debe hacer, sino que son ellos quienes tienen la madurez y conocimientos necesarios para saber dar respuesta a las necesidades de los niños. Por este motivo, paralelamente a esta afectividad los adultos del núcleo familiar deberán asumir la necesidad de actuar con Autoridad ya que constituirá el otro extremo del mismo eje educativo posibilitando la estabilidad emocional y la seguridad de los menores a la vez que el funcionamiento adecuado del grupo familiar.

Ahora bien, entendemos por autoridad la forma de relacionarse entre personas o grupos basándose en la objetividad, la razón y el bien general estableciendo las pautas que deben regular los comportamientos así como las consecuencias que puedan derivarse. Por tanto la persona que detenta la autoridad no actúa, tampoco, siguiendo sus caprichos ni su único punto de vista sino que considera el bien común de forma dialogante aunque no siempre negociadora.

Por todo lo anterior, en la familia es necesario el equilibrio entre la autoridad y la afectividad debiendo ser asumidas de manera clara y equitativa por ambos progenitores.

b) Las normas y los límites.

Las Normas son acuerdos consensuados básicos, entre los adultos y los menores, que posibilitan el funcionamiento, la convivencia y la relación en un grupo. Serán un elemento fundamental e imprescindible por lo que deben ser aceptadas para regular el comportamiento adecuándolo a ellas. Las normas limitan las conductas y actuaciones individuales por lo que constituyen un de los puntos clave de la autoridad. Para que se puedan aceptar, es fundamental garantizar que se entiendan y se comprenda su necesidad, al haber una comprensión los menores avanzan en el proceso de la maduración social.

Todo este proceso favorece la superación del egocentrismo propio de las primeras edades, posibilita el conocimiento de la identidad, la necesidad de autoafirmarse, como base para llegar a la autonomía.

c) La organización y dinámica familiar.

Toda sociedad o grupo social, por reducido que sea, precisa una organización para favorecer el funcionamiento diario tanto con relación a las tareas domésticas como a la resolución de situaciones que se generan por el hecho de tener un espacio: limpieza, compra...

En este sentido desde las primeras edades es fundamental que, se hagan explícitas las normas y pautas que regirán dicha organización para resolver las necesidades y recursos y poder asumir, de forma coordinada, las decisiones y responsabilidades.

Uno de los aprendizajes que más incidirá en la organización familiar será el grado de autonomía de los menores e incluso de los adultos. No se trata que todos hagan lo mismo sino que, en función de la edad, habilidades, horarios e intereses puedan repartirse de forma coherente como se resuelven las necesidades individuales y del grupo.

Por otra parte, la dinámica que los pequeños puedan ver en la familia será un modelo que impregnará las relaciones que pueda establecer entre los iguales y con los adultos que le rodean. No se trata de transmitir palabras sino de tener muy presente como el modelo favorecerá el aprendizaje del diálogo, el respeto, la comunicación y el afecto.
Por ello es fundamental que puedan ser evidentes las actitudes de respeto y de cooperación entre los diferentes miembros ya que, no se podrán evitar situaciones de tensión o de desacuerdo factor que deberá poder ser resuelto de la manera más positiva posible.
Otro factor también a tener presente es el hecho de que, en el momento en que por las circunstancias actuales, los grupos familiares son reducidos se deberán potenciar los vínculos con las diferentes generaciones (abuelos, personas mayores...), grupos de iguales…para que puedan favorecer la dinámica entre iguales, aprendizajes cooperativos, compartir espacios y objetos favoreciendo el proceso de socialización.

d) Estilos educativos.

Hablamos de estilos educativos a la forma de actuar, derivada de unos criterios, y que identifica las respuestas que los adultos dan a los menores ante cualquier situación cotidiana, toma de decisiones o actuaciones. Se habla de estilo por su permanencia y estabilidad en todas las edades aunque, en aspectos concretos, puedan cambiar según la edad. Estos estilos educativos determinaran la identidad del grupo, dándose tanto en la escuela como en la familia o en cualquier grupo que tenga como objetivo la educación.

Los elementos más determinantes de estos estilos educativos lo constituyen las actitudes de los adultos frente a la educación y su visión del mundo en el que van a incorporar a los menores. Por tanto se ponen en juego unas expectativas y modelos de individuo por lo que se pretende regular las conductas y marcar unos parámetros que serán el referente tanto para comportamientos como las actitudes.
Por ello los menores recibirán además de los argumentos las respuestas de los adultos ante sus requerimientos, demandas y comportamientos ya sean positivas, negativas, favorecedoras, represoras...

Breves características de los diferentes modelos:

Familias autoritarias Tendencias en el comportamiento de los menores

• Altos niveles de control
• Alta exigencia de madurez
• Bajos niveles de comunicación y afecto

• Obediencia
• Timidez y poca tenacidad para conseguir metas
• Poca agresividad en la familia



• Control y evaluación mediante patrones y modelos rígidos
• Valorización de la obediencia
• Predisposición al castigo
• Exigencias, en muchos momentos castrantes
• Poca flexibilidad
• Creencia que se puede lograr todo

• Pobre interiorización de valores
• Orientación hacia el premio y castigo
• Poca expresión de afecto con los iguales
• Baja autoestima
• Predisposición a ser coléricos, irritables, vulnerables a las tensiones y poco alegres





Familias democráticas Tendencias en el comportamiento de los menores

• Niveles altos de comunicación Niveles altos de control
• Afectuosos
• Refuerzo frecuente de lo positivo
• Se evita el castigo
• Se plantean exigencias de madurez
• Posibilidades de autonomía e independencia
• Conciencia de los puntos de vista del menor
• Conciencia de las capacidades y sentimientos del menor
• Aceptación de los errores del menor como factor de aprendizaje ( sin acusaciones)

• Niveles altos de control
• Niveles altos de autoestima
• Afrontamiento de situaciones nuevas con confianza
• Persistencia en las tareas
• Independencia
• Comunicación positiva
• Aprendizaje del autocontrol
• Manifestaciones de afecto
• Interiorización de valores
• Capacidad razonable de asumir las frustraciones de la vida cotidiana
• Capacidad de asumir riesgos razonables en momentos de tomar decisiones.


Familias permisivas Tendencias en el comportamiento de los menores

• Bajos niveles de control
• Poca exigencia de madurez
• Poco control y evaluación mediante patrones y modelos muy flexibles
• Poca valorización de la obediencia
• Niveles altos de comunicación Niveles altos de control
• Afectuosos
• Refuerzo frecuente con argumentaciones pero sin esperar ser escuchados
• Se evita el castigo
• Pocas expectativas de autonomía e independencia
• Conciencia de los puntos de vista del menor
• Conciencia de las capacidades y sentimientos del menor

• Poca obediencia
• Timidez y poca tenacidad para conseguir metas
• Agresividad en la familia
• Pobre interiorización de valores
• Orientación hacia el premio
• Poca expresión de afecto con los iguales
• Baja autoestima
• Predisposición a ser coléricos, irritables, vulnerables a las tensiones y poco alegres
• Niveles bajos de control
• Niveles bajos de autoestima
• Afrontamiento de situaciones nuevas sin confianza
• Dependencia e inseguridad
• Manifestaciones inadecuadas de afecto
• poca capacidad de tomar decisiones
• Exigencias de protección




Familias ambivalentes Tendencias en el comportamiento de los menores
• Contradicción en la exigencia
• Indefensión de los adultos
• Se pide al menor que tome decisiones
• Se evita enfrentamientos
• Se generan situaciones críticas de desorden o desconcierto.
• Se asume una culpabilidad en situaciones de fracaso del menor.
• Se justifica
• Se argumenta hasta la saciedad por creer que así se cumple lo explicado
• Se da un protagonismo inadecuado por edad y situación.
• El castigo aparece después de un tiempo de actuación inadecuada
• Se tribuye al menor la responsabilidad de no cumplir (porque ya lo sabe)
• Se considera que saber implica actuar
• Constantemente hay una justificación de la conducta adulta en función del comportamiento de los menores. • Inseguridad e inestabilidad
• Desorientación ante las respuestas de los adultos
• Actuaciones inadecuadas pero se culpabiliza
• Dependencia de los adultos
• Tiranía y exigencias
• Manifestaciones inadecuadas de afecto
• Tomar decisiones sin buscar el diálogo
• Poca capacidad de frustración
• Tendencia a ser extrapunitivo (las dificultades son culpa de los demás)
• Victimismo
• Aprendizaje de estrategias para justificar el no-cumplimiento de la norma
• Dificultades de relación con los iguales
• Tendencia a magnificar los problemas o diferencias de los demás
• Tendencia a buscar puntos vulnerables en los demás
• Baja autoestima

jueves, 7 de enero de 2010

Derechos del Niño